Mittwoch, 21. Dezember 2011

Paisaje Cafetero (20.12.2011)

Paisaje cafetero
2011-10-09
Mario Calderón Rivera

Es probable que muy pocos hayan calculado el impacto colectivo que ha producido la declaratoria como Patrimonio Común de la Humanidad que la Unesco hizo del Paisaje Cultural Cafetero. Algo que para muchos no pasaba de ser una pura entelequia. Porque las apariencias indicaban además que las generaciones recientes estaban definitivamente de espaldas a escalas de valores que se habían desvanecido con el tiempo.

La realidad estimulante es otra. La primera expresión de entusiasmo comienza a surgir de la juventud y, más aún, de los niveles más elementales de la primera infancia. Lo cual, además, estimulado desde el hogar y la escuela, comienza a desatar una ola generacional incontenible.

El Paisaje Cultural cafetero es parte esencial de nuestra caficultura tradicional. Es bosque primario alterado abruptamente por el hacha, pero convertido en cafetal con sombrío de leguminosas arbóreas de alta cúpula como el "carbonero" y luego con un techo de mediana altura como el "guamo", el "churimo", o la "crotalaria". Es como si tuviera adherido a su cuerpo un sistema de incorporación permanente de nitrógeno para eliminar cualquier necesidad de fertilización química. Y pleno de una mezcla paradisíaca de café, de plátano, de alimentos de pan coger y de una biodiversidad explosiva. Vino después la eliminación de sombrío y la fertilización casi sin medida. Con un impacto que solo se logra mermar cuando los productores son conscientes de otras prácticas menos destructivas. Las cuales se incrementarán en la medida en que la mística por el Paisaje Cultural se incremente por el propio mayor valor agregado del patrimonio natural.
Como es apenas obvio, el paso que se ha dado es -por encima de todo- una admonición sobre el límite crítico en que se encuentran amplios segmentos del ecosistema estratégico del café a punto de colapsar con procesos destructivos que han llevado sus laderas a situaciones catastróficas. La estructura urbana de la región cafetera se ha visto permanentemente amenazada por la tragedia. Sin embargo, cada día se hace más patente la conciencia preventiva que es parte también del sentido de pertenencia. La institucionalidad ambiental se ha visto más que nunca instrumentada para ejercer acciones preventivas y entidades como Corpocaldas han ejecutado verdaderas hazañas para conjurar riesgos inminentes.

La transformación de la piel cafetera ha ido del "arábigo" al "caturra" y de éste al "variedad Colombia" y luego evolucionando hacia nuevas variedades o hacia fenómenos de despoblamiento que generan cambios en paisaje que alteran positiva o negativamente el entorno. Y ahí comenzamos a ver los nuevos protagonismos. Que son los de las comunidades, de los guardabosques, de las "madres comunitarias", de las Juntas de Acción Comunal, de la presencia constante de niños y jóvenes recorriendo por senderos antes desconocidos.

Las prácticas de caficultura orgánica se han venido ampliando y Colombia se proyecta en el mercado como la oferta más deseable en cafés especiales. La multiplicación del turismo que se dará con el mejoramiento de estructura de movilidad que desatarán los mejoramientos en la red de carreteras, en los aeropuertos y puertos del centro del país harán que -dentro de esquemas que no maltraten el medio ambiente- el Paisaje Cultural Cafetero se mantenga inalterado. Y no solo eso. Sino que las nuevas generaciones rindan culto a los viejos símbolos, como la guadua y el arboloco. Que son un componente inapreciable e irremplazable del paisaje cafetero. Como lo es toda su fauna y su flora. Y como sigue siendo su arquitectura, su talante paisa, su inagotable jerga y su simpatía arrolladora.

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